viernes, 29 de enero de 2010

TÍA LUISA LA GUELA

Llegó el amanecer
el sol promete encandecer.
Es lunes, comienzo de jornada laboral,
como siempre tengo un mollejero
de ropa por lavar.
Soy agente libre,
nada me impide, que a la playa vaya a dar;
no tengo trabajo, vivo del aire y del viento
mi librito como siempre va a pasear,
bolígrafo y hojas, no se pueden quedar.
Allá me da la ventolera
y comienza la escribidera
algún día iré con una laptop
así la vaina es más fácil y mejor
escuchando el mar,
el viento, todo está en silencio.
En mi cabeza retumban pensamientos
a mi alma llegan sentimientos,
personas a las que nunca, les he dicho mis sutiles emociones,
pero son mis grandes amores.
Nos suelen suceder acontecimientos
a cada quien le llega su momento,
es como si marcaran el fin de una película
y el comienzo de una historia nueva.
¡Ay carajo! ahí viene otra vez
la vendedora de empanadas;
no entiende que con mi bolígrafo estoy inspirada.
Recostada aquí en la arena,
estoy pensando en una persona amada;
en mi vida, definitivamente la muerte
de mí amada madre, cerró muchas ventanas;
abrió puertas y derrumbó mi espíritu.
Una de mis tías, estuvo de manera sin igual,
pasó unos días con nosotros en Mene Grande,
mientras el mundo se me ponía gigante,
luego todos se marcharon;
con la soledad, el miedo y dolor me quedé yo,
cuando todo eso me embargaba,
simplemente la llamaba,
gotitas saladas, maquillan mi rostro en este momento,
pensar que estoy en la playa,
me parece estar en un cuento
En aquella época era inevitable,
ella las escuchaba en silencio,
me transportaba a sus brazos,
podía sentirme segura
acurrucada en sus piernas,
sentir su mano fuerte en mi cabeza
limpiando mi cerebro de tanta tristeza
acariciando mi corazón con su amor
a ella nunca le ha gustado hablar por teléfono,
se le calienta la oreja, es un tormento,
pero en esos días tan duros
me dedicaba un buen rato,
yo lloraba tanto como un gato.
Entre sollozos ella solo decía
“llora mija, que a aquí está tu tía”.
Los que están en este lugar paradisíaco
me miran, creo que les va a dar un infarto,
esto de ser llorona, es culpa de los jejenes;
sus hijas son así, la palabra jejenes es de ella
si conocen a mis primas bellas
deben haberlas visto llorar,
si saben que en el océano se murió un delfín
bien lloran como en una historia sin fin.
¡Basta de lloradera!
de Tía Luisa, les voy a contar su historia buena;
desde niña mostró su carácter,
pregúntele a sus compañeros de escuela,
a esos que se enfrentó en tantas peleas.
Ella y su Mana (Ivelisse, mamá)
siempre se iban a la escuela bien bonitas;
tenían su uniforme, sus cuadernos,
el cabello bien peinado
con unos lazos a cada lado;
Dios tenía que librar, al que a mi madre
se le ocurriera molestar,
si la llamaban boba,
¡Cataplum! un coñazo se llevaba de Luisa Amelia, la defensora.
Su Mana regresaba a la casa
con los cuadernos y los lazos
Mamita preguntaba:
¿Dónde está Luisa?
Afuera de la escuela dando palizas.
Cuentan mis tíos, que en la escuela
estudiaba una muchachita
negrita como un carbón,
Una vez, a algún loco
se le ocurrió llamarla “negra” delante de tía;
¡más vale que no!, ese también se llevó su revolcón.
Cuando regresó a casa, Mamita le preguntó
¿Cuál era el motivo esta vez de la pelea?
ella respondió “es que le dijeron negra a la negrita Sealey”
A los 12 años, decidió que no quería estudiar más,
facilito dió la explicación,
ya se sumar y restar, dividir y multiplicar,
no sirve pa’ naaahhh,
los números me los sé todos,
como es que la K se pronuncia igual que C,
la S es como la Z, lo mismo, hay dos V y B,
¡qué vaina esa! ya todo lo sé,
para la escuela no vuelvo yo,
así señoras y señores, tía se quedó.
¿Cómo conoció a Heberto Villasmil?
es la pregunta de todo a mil,
pero ella me la respondió a mí,
Pedro Maninatt se llamaba la Escuela,
en el Campo Concordia
Cuando ella lo vio, dijo, ese galán es pa’ mi.
Heberto pasaba hecho el musiú
para ver la bella mozuela
Heberto Villasmil, ¡que en paz descanse!
y mis palabras no sean para su pesar,
pero lo tengo que mencionar;
vivía en Maracaibo,
viajaba todos los fines de semana
a Cabimas, como las guabinas;
llevaba un maletín con sus cosas personales,
pero no se salvó,
que el tío Gringo lo bautizó
“El Doctorcito”
a ese joven bajito y bonito.
A los 14 años, se casó con su enamorado,
se mudaron a Maracaibo,
Sector Los Haticos, nose si por arriba o por debajo;
ustedes saben las direcciones allá,
uno se pierde ¡carajo!.
Tenían su casa bien bonita,
con maticas, perrito y palomitas,
todo era bello y perfecto,
la cosa se puso mejor
con la llegada de su hijo mayor
Héctor Ramón,
el primer nieto de Mamita,
Tía tenía 18 años, era una bella jovencita;
cuando Héctor comenzaba a caminar
llegó Dinorah Elena,
tan linda la nena;
Tía estaba orgullosa, ¡que muchachita!,
estaba aprendiendo a hablar;
le decía habla mi niña,
para que te escuchen tus tías;
Dino decía “oonn onnn”
escuchaba el pregoneo de
¡carbón, carbón,
llevamos el carbón para que vos,
prendáis el fogón!.
Un tiempo después apareció una fulana
a amargarle la tranquilidad a mi tía, es en serio
que te lo cuento mi hermana,
Tía la bautizó “la carpeta frita”,
ella misma me contó, que le puso ese nombre
por ser flaca y tener la piel sequita.
A Heberto le puso un ultimátum,
pero según ella, ahí, todavía era boba,
así que continuó con su matrimonio,
criando sus hijos y cultivando su futuro patrimonio,
la carpeta frita desapareció pal coño;
pasaron unos años de tregua,
como pareja decidieron construir una casa
en el Sector de Corito,
Tía cargaba las pacas de cemento, los bloques,
vigilaba la construcción,
porque él, era muy débil y flacucho,
en cambio a ella no le importaba usar serrucho.
Compraron dos casas
en la Urbanización La Pomona,
para ese entonces ya tía tenía sospechas
de otra fulana,
que andaba rondando;
quitándole su tranquilidad
en su cabeza la idea andaba rodando,
se dejó de cuentos y se convirtió
en la Rubia Peligrosa,
serie de televisión,
que en esa época era muy famosa
Un día le pidió a tía Oly que la acompañara
al Barrio 1ero. de Mayo,
a la pobre Oly, casi le da un desmayo
¿y cómo no? si conocía a su hermanita,
llegaron preguntando de casa en casa por la mujer,
se encuentran con un panorama, nada alentador;
la tercia estaba hospitalizada,
tenía dos hijos, los agarraron
y se los llevaron a la casa.
No me imagino la cara de Heberto cuando llegó,
viendo a los dos niños, que comiendo los encontró.
Tía Luisa lo miraba con una sonrisa maliciosa
estaba más picante que hoja de pringamoza,
La rubia peligrosa, salió con una tabla
y al memberebeque, le partió todos los vidrios;
era un carro chiquitico, cuidadito, nose bien
si era de color azulito,
Heberto trataba de tenerlo bonito;
Tía Luisa lanza el segundo ultimátum
a ver si esta vez le hacía caso.
Cuando mi prima Dinorah tenía 16 años,
llegó Andreina Amelia su segunda nena.
Después de tanto tiempo sin parir
Tía con su nueva bebe era puro sonreír.
No pasó mucho tiempo para que llegara
Danice Elena que nació con una gran melena.
Tía era una ama de casa que
siempre le gustaba andar descalza.
Héctor Ramón ya no era un carajito
Pero en el liceo siempre salía pepiaito.
Héctor Ramón se casó y rápido nietos le dió.
Luego se casó Dinorah Elena,
su hijo bello, tuvo mi prima morena;
hay un hombre, que hoy día le da las gracias
a una lámpara que se metió por el medio,
la cadena se le enredó,
Tía de verguita no lo mató,
¡Ay Sagrado Corazón de Jesús Bendito!
apareció la “gallina cubana”,
esto se pone bueno ¡prima hermana!,
hubo pataa, cunfu y coñazos,
Heberto peló el ultimátum y
Tía agarró a sus dos muchachitas,
se fue a la casa de mamita.
Entre mamá y mis tías había un cotorreo
yo no entendía ese menequeo.
De Heberto siempre voy a recordar
la piscina que nos llenaba debajo de la mata de mango;
no me explico cómo hacíamos para caber
dentro, tantos zafios,
esa vaina terminaba en agua de barro.
La gallina pa’ acá la gallina pa’ allá,
yo se lo dije a él,
ahora está con la gallina,
me parece que cacarea por la cocina.
Tía luisa se mudó para una casita,
vamos a llamarla así,
para no decir que eso era una guachafita.
Los sábados la íbamos a visitar,
mientras ella hablaba con mamá;
de polos mi barriga me podía llenar,
Mi madre le preguntó ¿Mana ahora que vas hacer?
La repuesta fue valiente e ingeniosa, tía una gran mujer,
DULCES decidió vender.
Así comenzó su empresa personal,
con ayuda familiar,
dulces de lechosa, guayaba, piña, besitos, quesillos,
ponquesitos, tortas, bolos de matrimonio;
como ella los hace no va a aparecer nadie
y si sale lo mando pa’ un manicomio.
Tenía una cesta y salía a vender, no recuerdo
como se llama el barrio aquel;
bueno era ver su cuaderno de contabilidad,
para leer las personas que le debían
“ la que vive al lado de la pelo amarillo”,
“la comadre de la que vive en la casa verde”,
“el que compra besitos, que tiene siempre un rastrillo”,
solamente ella lo entendía
ya que a sus clientes conocía.
Para mí era completamente delicioso
Comerme algo pegostoso,
lo que no pasaba el control de calidad,
a la barriga de la familia iba a dar.
Luego tía consiguió una casa mejor,
la bautizamos “El Mamón”,
tenía el árbol de mamón más grande
que en mi vida he visto
y un patio mas bueno, ¡Amado Jesús Cristo!,
Era de construcción antigua
hasta se rumoraba que había un entierro de morocotas,
menos mal que en esa época
yo no estaba tan loca,
porque me hubiese puesto con una horqueta
a buscar el entierro, así del susto se me cayeran las pantaletas.
Esa casa se convirtió en el “Club El Mamón”.
Toda fiesta familiar,
en la casa de tía íbamos a celebrar,
ella comenzaba con zapatos
luego los tiraba por allá por ese patio.
Recuerdo gratamente la graduación de mi hermana
y un San Benito que llegó una mañana,
hoy no entiendo porque terminábamos
comiendo barro,
somos desordenados ¡qué carajo!.
Una vez se me ocurrió llevar un enamorado
le pusieron una prueba
y hasta ahí llegó el amor por mí de ese muchacho.
Había un cuarto que lo bautizamos “el atraco”
eso era un mollejero,
encontrar un paño entre el desorden,
era más difícil que quitarte un uñero.
Que recuerdos tan bonitos
de mi amada tía Luisa,
vienen a mí en esta playa,
que hoy me inspira a escribir.
Luisa Amelia siempre fue muy ingeniosa
No puedo decir otra cosa
Dinorah Elena se mudo al edificio
San Simón.
Una patota nos íbamos para allá a gozar un bolón,
cuando tía nos quería llamar,
en la puerta de la casa nos guindaba un trapo rojo;
cuando uno veía esa señal decía:
¡Por aquí hay espina, por aquí abrojo
mejor pa’ que tía corro!.
Así continuó la protagonista de la historia mía,
la segunda mujer más valiente de la vida,
pues la primera es la madre mía.
Trabajando y trabajando,
en esa cocina sudando.
Caminando, caminando,
con su cesta, veo a mi tía andando.
Con ese trabajo tan maravilloso y duro
Tía para sus dos hijas menores labró su futuro.
Sus hermanas continuaban allí,
a tía Luisa le tendían la mano,
ellas siempre han sido así,
los problemas y las felicidades
ellas lo compartieron sin diferencia de edad.
Una cosa les voy a decir,
Tía para trabajar se muerde la lengua,
pero para lanzar una cuchufleta,
si que la tenía suelta.
No crean que lo que les voy a decir es puro cuento,
Tía decidió regresar a su casa,
pero había una condición particular,
a nombre de Heberto no podía estar.
Mi querida prima Dinorah Elena,
esa su primera nena,
al padre la casa le tuvo que comprar,
para que tía se pudiese mudar.
Cuando su esposo iba a visitar a sus muchachas
y ella lo quería correr como el baygon a las cucarachas
nada más decía: “gallina”
y el pobre salía corriendo
antes que ella saliera de la cocina.
Cuando Heberto murió
Mamá le preguntó, ¿Luisa, no vas a ir?
“Yo acompaño a mis hijos desde aquí”,
así mismo la escuche decir.
¡Cataplum plum plum! a tía le dio un infarto,
31 de Diciembre, todos en un cuarto de una clínica
¡Feliz Año!, ¡Feliz Año! susurrábamos
bajito en la puerta del baño.
Me da mucha risa
ahora los que están en la playa
me miran con cara de…
A esa mujer nadie en su cabeza le pudo meter
un horario de pastillas,
ni su cardiólogo el famoso
Doctor aquel,
no se las tomaba, se las tomaba todas juntas
o fuera del horario;
la vaina era, ¿quién controlaba su pico?
que era más jodío para comer que un gallo.
“Mamá eso no lo podéis comer”
“Hermana eso te cae mal”
“Tía te vas a comer eso”
si vos le decías algo tenías que estar preparado
para escuchar su sin hueso.
Al fin Tía se jubiló,
colgó las ollas, las paletas, las pailas;
ahora contabas con sus delicias
solo en una ocasión especial,
sus cascos de guayaba,
los calabazates,
la ensalada de frijolito,
sus hallacas de gallina;
a tía Raquel no la pelaba una pluma,
que en el guiso se escapaba,
si hacia caraotas
a Raquelita segurito la piedra le toca.
Comenzó a disfrutar su jubilación,
Gracias al Corazón de Jesús Bendito,
nadie le ponía freno a esa mujer
¡He dicho!,
para saber de ella hay que preguntar
¿en qué lugar esta mi tía Luisa buena?.
Tantos golpes en su corazón
le fueron debilitando su motor;
le dan unos veri veri,
que por unos minutos pierde la razón.
Le pregunté: ¿cuándo te da eso
Ves un túnel, con luces
Una mano que te llama para que camines pa' allá?
¡No jombrele!, nada, tía no ve nada,
solo las luces se le apagan.
Un día le dió el veri veri
estando en la casa de Fuerte Tiuna,
llamaron ambulancia, Dinorah llegó en
Helicóptero, Ricardo Ignacio atravesó
la ciudad en 10 minutos
Carlos llamó a tres doctores,
cuando todos llegaron,
ella les dijo: ¿qué hacen aquí esos señores?,
en Semana Santa se fue
a Ciudad Bolívar,
para la Gran Sabana se iba,
con sus nietos, mi hermano Gabriel con su retoño,
con dos de sus hijas;
el día antes le dio el veri veri,
mi compadre Carlitos
le dió unos trancazos y el corazón lo hizo
arrancar ese muchacho;
nose si tía se despertó para que no le diera más coñazos
o Danice no peleara por las matas de la jardinera,
pero pasaron un gran susto con tía desmayada,
mientras ellos hacían una parrillada.
Igual se fue para su paseo,
me imagino sus caras, debió ser de museo,
hoy a Tía las palabras casi no le salen,
pero sus ojos bellos hablan,
como si fuese mi amada madre.
Le gusta tener sus uñas bien bonitas,
no importa que este mal, de mollejita.
La última vez que la vi
aproveche y muchas preguntas le lancé
nos reimos mucho
para obtener información y poder escribir esta historia.
Tía Luisa me hace escribir con una tenue sonrisa.
Ese día nos tomamos una botella de sangría
¡Claro! yo le daba poquito
Jugamos bingo,
ella me ponía los cobres,
a tia OLy, Ismelda y Belinda
peluchamos ese día domingo;
debajo de un árbol de mango
en el Jaguey del Inglés
ahí juntas jugamos.
Canté el bingo con mucha guachafa, como a ella le gusta,
por la “o” el 68,
“si no te avispas te agarra el culo un mocho”.
¡Bendición mi amada Tía Luisa!,
Esta es la única forma de expresarte
mi gratitud, mi amor, mis gracias
por enseñarme con tu ejemplo
como se debe luchar para lograr las metas y
objetivos en este mundo, que es una selva de concreto,
donde cada quien lucha por lo suyo.
Tú y tu Mana me enseñaron a sentir
El Inmenso Amor al Prójimo.
Gracias por los primos que me regalaste
que amo tanto como mis hermanos;
gracias por tus nietos con los que he compartido
hasta jugar el “te toco y quieto”;
Guela te bautizaron y así todos te llaman
les dabas jugo de tamarindo chino
lo que no sabía es que era de auyama,
gracias mi tía bella por tus bis nietos.
Los de la tercera generación,
tambien te dicen Guela y alegra tu corazón
para finalizar y te rías un poquito,
te conozco y debes tener los ojos
como un guarapito.
¿Recuerdas que a veces tenías tus lentes,
remendados y partidos?
cuando mamá cambiaba los suyos
tu le decías “dame los viejos Mana”
tu Manan siempre estaba pendiente
de que estuvieses bien pulía,
por eso te llevaba la ropa que no se ponía,
vos te ponías bien contenta por eso.
Tía, todo te quedaba perfecto,
vos le decías “que bueno Mana,
que mañana tengo que ir al Seguro”.
Cuando regresábamos a visitarte
te encontraba con un vestido lujoso
haciendo ponquesitos esponjosos.
Bueno Tía, estas líneas te las escribo
con mis lentes partidos, pegados con pega loca,
cuando lo hice te recordé y dije:
“Tía no estaba errada,
esos bichos están caros”
como solías decir,
mejor los uso así.
¡Ah! Tía menos mal que no le paraste
al enamorado que te conseguiste
en la fiesta de tía Oly.
Andrés y Jesús, estaban celosos,
por eso a cada rato te mandaban a dormir
ellos saben que vos no bailáis,
pero si el hombre te seguía sacando fiesta
ellos lo iban a estrangular,
porque vos y que soy muy bonita,
para estar hablando con un hombre
con cara de jirafita.
Discúlpame tía, algunas veces me arreché contigo
vos no dejabas que los moscones
hablaran con tus hijas ni conmigo.

Gracias tía por existir.

Porlamar 30 de Junio del 2009


Con Profundo Amor

Yna Amelia Pino Blanco
Mejor dejo de escribir y me arranco

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