viernes, 29 de enero de 2010

FIN DE SEMANA

¡Se rompió la ducha! Que calamidad
ya la sala esta innundaa,
Carmen agarra la escoba,
no quiero que me salga una joroba,
estoy cambiando los pajaritos
y no voy a dejar mi hobby,
por resolver eso que segurito lo rompió Oly.
Sra. Luisa no se preocupe
que la Dra., que es estudiada, ella es leída,
(manera sutil de llamarla bruta, incapaz,
falta de inteligencia o que sufre de negligencia)
seguro sabe que hay que hacer,
para el problema resolver.
Solamente a ella, se le ocurría contratar al nicaragüense,
para arreglar las cosas de la casa.
Yo creo que ese señor en el oficio de la toderia
pasaba más de cien maestrías,
el embrollo de este cuento es,
que la lengua de ese viejo,
se le soltaba como un yoyo.
Si un tubito se rompía ¡ay madre mía querida!
facilito le daban las cuatro de la tarde detrás de mamita;
explicándole la causa y solución de este enorme problemita.
Pobre de mi abuelita.
Si en la casa había que cambiar un bombillo,
mínimo le tenías que comprar un tornillo;
para ajustar el tablillo,
que va con la cabilla
y hay que hacer un nudillo,
para que no se caiga el vergajo,
con un cable de 2 pulgadas,
porque el de media no sirve,
para amarrar lo que esta en el techo,
que sale por este hueco,
que da pal poste, que sujeta el cablecito,
del fulano bombillo.
¿Se imagina esa cantaleta detrás mi abuela?
Tenían que esperar los viernes,
que Carmen se ponía ansiosa,
pues esperaba la llegada de la que le ponía orden a las cosas.
De repente se escuchaba Sra. Luisa, Sra. Luisa,
Doctora, Doctora, “llego la comida”.
Se bajaba Ive, del carro con sus hijos menores,
ya rapidito le daban los por menores.
¡Perro! Ahora que recuerdo, eso era un bochinche
ya entiendo porque yo, corría para que tía Luisa
a saquearle la nevera
y así poder evitar ese chinche.
Mamita comenzaba a dictar la lista de alimentos,
Carmen pidiendo y pidiendo,
el nicaragüense suplicaba por sus materiales,
le explicaba a Ive el origen y la solución del tormento,
pasaba el que vende pastelito
y se ponía más sabroso ese entuerto.
de repente gritaba Carmen; allá viene el frutero,
Daniel y yo salíamos volando
a jugar con el burrito que cargaba la carreta halando.
Escoba, escoba, lampazo, escoba;
pasaba el pregonero gritando.
Al final mi madre exclamaba ¡Dios mío!
a quién vine a visitar yo a mi madre, a mis hermanas
o a este viejo que es, una tortura humana
La vaina se terminaba cuando yo escuchaba
negrita tráeme la cartera,
para darle dinero a este gente y se termine la cantaleta
y compren hasta un kilo de carpeta.
Luego a visitar a Tía a Luisa, en la casa del mamón.
Ahí si era bueno jugar, con ese patio tan enorme,
lleno de arena. Se gozaba un bolón.
Mana, ¿quieres café con leche?
Y comenzaban a echarse cuentos,
tía sacaba su mejor taza de la vajilla,
una lata de leche condesada,
que había destapado para ser los quesillo.
¡Diosito!... eso era un manjar,
de delicioso,
de los que yo he probado,
el más sabroso.
Después de la larga conversación de hermanas,
mi madre preguntaba.
¿Cuánto te deben los muchachos? Salía una cifra,
Ive sentenciaba muerta de la risa,
voy a llamar a Protección al Consumidor,
para que se lleven presa a mi mana Luisa.

Yna Amelia Pino Blanco
Porlamar 02 de Octubre 2008

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